Vivimos en una sociedad patriarcal. Esto significa que
existe una desigualdad social entre hombres y mujeres a favor de los hombres. A
día de hoy, se ha intentado numerosas veces cambiar esto por parte de les
feministas, pero a pesar de haber conseguido ciertos derechos, la realidad es
que aún no lo hemos destruido. Tenemos ejemplos claros, en el día a día, de
esta desigualdad: desde llamar puta a aquella que disfruta de su libertad
sexual hasta a aquella que muere a manos de su pareja. Esto es algo habitual en
occidente, que vemos todos los días y que nos parece hasta normal. En otras
zonas del mundo, la cosa no se queda aquí. Como en occidente, los hombres creen
ser nuestros dueños, pero en otras partes del mundo esto llega a límites que ni
imaginamos. Hablo de las niñas que son usadas como mercancía por sus padres,
como objetos de compra y venta. Estas niñas son casadas a una temprana edad,
sin tener el derecho a elegir a su marido, sin saber siquiera que es estar
enamorada, y que además son obligadas a casarse con hombres que podrían ser sus
abuelos.
Pasar de niña a mujer en apenas un segundo. Perder la
inocencia en apenas dos. Estas cosas suceden día a día. Estas niñas son
separadas de sus familias, obligadas a vivir con un desconocido que la obligará
a mantener relaciones sexuales, quizá, sin que hayan tenido por primera vez su
primera regla. En occidente, vivimos felices sin ver el sufrimiento de estas
niñas, sin escuchar sus gritos. Creyendo que nosotros nos salvamos de estas
salvajadas. Creyendo que nuestro machismo ya no existe, y que si queda, son
casos puntuales.
¿Realmente es así? ¿Realmente no hay machismo en
occidente? Mentira. Día a día observo el machismo en mi entorno. En mis amigos
y amigas, en mi familia, en mis profesores, en mi instituto, en mi calle, en
internet. Hablo de cosas que nos parecen normales, hablo de que yo tenga que
depilarme porque si no sería una guarra y de que mis amigos, no tengan que
hacerlo. Hablo de que yo tenga que maquillarme para estar guapa, hablo de que
yo tengo que estar guapa porque como mujer, si no soy guapa, no soy nada. Hablo
de que soy bombardeada día a día con estereotipos de mujer delgada e insultada
por estar gorda (o muy delgada). Hablo también de que para mucha gente, mi
único objetivo es encontrar un buen marido, tener hijos y cuidar de ellos y de
mi casa. Hablo de que muchas mujeres trabajadoras cobran menos que sus
compañeros hombres por realizar el mismo trabajo.
Hablo del culpable de que estas pobres niñas pierdan
su inocencia sin su permiso, sin ellas quererlo. Hablo del culpable
de su sufrimiento, hablo de quien le otorgó el poder a un hombre hace siglos y
todavía no hemos conseguido destruirlo. Y no, no hablo del Islam, “esa religión
machista” como se cree en occidente. El Islam no es machista, al igual que
tampoco lo es el Cristianismo, han sido machistas las personas quienes han
cogido estas religiones y les han dado otro significado. Y el único culpable de
todo este sufrimiento, tanto nuestro en occidente, como el de estas niñas y el
resto de mujeres del mundo, es el patriarcado