Diez años callada.

Él siempre tan gracioso, cariñoso, me hacía rabiar todos los domingos que comíamos donde la abuela. Hasta se inventaba canciones con mi nombre y luego me las cantaba. Yo me reía como una niña de 7 añitos.
Un día me propuso jugar al escondite. A mi me tocaba esconderme, y sin duda elegí la bañera del baño de la abuela. Pero me encontró y perdí.
Sí, perdí el juego, y lo que no sabía es que en ese mismo escondite perdería toda la inocencia que puede caber en una niña.
Yo no sabía lo que estaba pasando, sólo que me estaba haciendo daño; le decía que parase, que no me gustaba. Pero no me hacía ni caso.
Eso pasó varias veces durante un tiempo. Recuerdo una vez que entré a su casa al baño, mis amigas me esperaban abajo, y yo fui a salir cuando me encerró en su habitación y volvió a repetirse la misma historia. "Como se lo cuentes a alguien podrá pasar lo peor". Y le hice caso, sin saber el por qué de lo que estaba pasando.
No lo volvió a hacer desde aquel día. Pasaron los años, mi trato con él no cambió, el seguía haciéndome reír como siempre. Pero yo sí cambié. ¡Joder, que si cambié! Me fui dando cuenta de lo que realmente había pasado. Y siguen pasando los años, cada vez pasa más tiempo, pero lo siento más cerca. El miedo se apodera de mi.
Qué casualidad que todos mis ex novios me hayan hecho la misma pregunta: "¿por qué tiemblas?" -No lo sé. "¿Estás nerviosa?" -No.
No puedo caminar tranquila, mirando al frente, como hace la mayoría de la gente. No puedo hacer nada "normal" porque ese recuerdo no para de atormentarme.
No puedo sacarlo de mi. Levantarme cada mañana es condenarme a la autodestrucción.

Después de todos estos años sigo sin poder conciliar el sueño de la misma manera.

Él sigue haciéndome rabiar. Sigue siendo tan cariñoso como antes. Yo hago que me río porque tengo miedo. No quiero que me mire porque, si lo hiciera, se daría cuenta de que mi mente aún recuerda esa tortura, y vería mis ojos arder.

-Anónima